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DOÑA IGNACIA: UN CORAZÓN AL SERVICIO DE LOS NIÑOS

El apoyo a la niñez desvalida fue una de las prioridades de vida de doña Ignacia Rodulfo y López Gallo, ilustre mujer limeña cuya vocación de servicio y compromiso social emergió a fines del siglo XIX como un faro de esperanza para los infantes de la época en estado de vulnerabilidad que requerían de ayuda social. 

Este legado se ha mantenido por 100 años como misión central y vigente de la Fundación Ignacia, permitiendo que miles de niños peruanos accedan a oportunidades y mejor calidad de vida que, de otro modo, no tendrían. Ella entendió que invertir en la niñez no era solo un acto de caridad, sino una inversión en el futuro de la sociedad misma. 

La visión de doña Ignacia trascendió las barreras de la beneficencia tradicional para enfocarse en los menores en situación de abandono, orfandad o pobreza extrema, una de las poblaciones más vulnerables y con mayor potencial de transformación. Su labor no se limitó a la simple asistencia material; tuvo un enfoque holístico, buscando no solo satisfacer las necesidades básicas, sino también proporcionar una formación integral que permitiera a estos niños y jóvenes desarrollar sus capacidades. 

En una época donde la educación no era accesible para todos, especialmente para los más desfavorecidos, doña Ignacia se convirtió en una pionera, impulsando la creación de espacios donde los pequeños podían recibir educación, aprender oficios y adquirir las herramientas necesarias para forjarse un futuro digno. 

ATENCIÓN A TRAVÉS DE INSTITUCIONES 

Es así que, en su incansable lucha por el bienestar de los más vulnerables, la benefactora optó por brindar apoyo a instituciones específicas orientadas a menores, como fue la Gota de Leche del Hospicio de la Recoleta, un programa pionero de asistencia infantil para lactantes desnutridos y huérfanos, que ofrecía leche, alimentación y atención médica básica. Asimismo, la Cuna Maternal y el Ropero Infantil, iniciativas que brindaban abrigo, cuidados y primeros auxilios a niños huérfanos o en situación de pobreza extrema. 

Colaboró con congregaciones religiosas que albergaban y educaban a menores sin recursos, en particular aquellas que gestionaban orfanatos y escuelas de caridad. Además, en una de sus propiedades funcionó la Sociedad Auxiliadora de la Infancia, una organización social de la época enfocada en la protección y educación de la infancia vulnerable. 

COMPROMISO PLASMADO EN TESTAMENTO 

El compromiso y preocupación por la atención de la niñez desvalida, que fue parte de la filosofía de vida de doña Ignacia, quedó muy claro en un pasaje de su testamento donde precisa quiénes serían los beneficiarios de su obra de caridad y beneficencia cristiana, al señalar textualmente: “Siempre ha merecido mi especial predilección la infancia desvalida y la desgracia y la orfandad de esos seres inocentes, ha conmovido hondamente mi espíritu”. 

Más allá de los aspectos materiales, la labor de doña Ignacia también se caracterizó por un profundo sentido de humanidad y afecto. Ella no solo proveía bienes y servicios, sino que brindaba un entorno de cariño y respeto, elementos fundamentales para el desarrollo emocional y psicológico de los niños. 

Su legado no es solo una institución, sino una filosofía de vida basada en la empatía, la solidaridad y la caridad cristiana que busca asistir desinteresadamente a personas vulnerables, con especial énfasis en niños y adolescentes en riesgo, así como también a los adultos mayores desvalidos. Su admirable sensibilidad social perdura en el tiempo a través de la labor desarrollada por la Fundación Ignacia.

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FUNDACIÓN IGNACIA PRESENTE EN EL 89 ANIVERSARIO DEL CEBE 07 "LA INMACULADA"

La Fundación Ignacia reafirmó su compromiso con la niñez desvalida al participar activamente en la celebración del 89 aniversario del Centro de Educación Básica Especial (CEBE) 07 "La Inmaculada". Esta institución beneficiaria se especializa en la atención de niños y adolescentes con discapacidad auditiva, intelectual, TEA y multidiscapacidad, brindando un apoyo fundamental para su desarrollo integral e inclusión social.

La presencia de la Fundación Ignacia fue especialmente significativa, marcada por la “presentación” de doña Ignacia Rodulfo y López Gallo. A través de una dama, que representó a la fundadora y benefactora, se transmitió un mensaje inspirador a los estudiantes y al personal del CEBE 07. 

"Soy doña Ignacia Rodulfo, viví en Lima hace muchos, muchos años. Antes de irme al cielo dejé el encargo de crear la Fundación Ignacia para que apoye a los alumnos que estudian aquí. Hoy vengo a celebrar con ustedes el 89 aniversario del CEBE La Inmaculada y decirles que estaré en sus corazones acompañándolos. ¡Feliz aniversario CEBE La Inmaculada!". Este gesto no solo honró la memoria de la fundadora, sino que también reforzó el vínculo afectivo y el propósito de la fundación. 

El apoyo de la Fundación Ignacia al CEBE 07 "La Inmaculada" se enmarca dentro de las acciones que desarrolla y beneficia también a otras ocho instituciones, materializando la voluntad testamentaria de doña Ignacia, quien dispuso que su legado se destinara a la labor social en favor de los niños y ancianos desvalidos. La subvención de las actividades recreacionales durante el 89 aniversario es una muestra clara del compromiso continuo de la Fundación. 

El CEBE 07 "La Inmaculada" es una institución pública de gestión privada, fruto de un convenio colaborativo entre la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) 07 – San Borja y la Congregación de Hermanas Franciscanas de la Inmaculada. Atiende actualmente a 129 niños y adolescentes, entre 3 y 20 años, la mayoría de ellos con discapacidad auditiva, con el objetivo primordial de su rehabilitación e inclusión familiar, escolar y social. 

La participación de la Fundación Ignacia en este aniversario no solo celebra los años de dedicación del CEBE 07 "La Inmaculada" a la educación especial, sino que también subraya la importancia de la colaboración entre organizaciones para el bienestar de la infancia en situación de vulnerabilidad, un pilar fundamental del legado de doña Ignacia Rodulfo y López Gallo. 

HABLA DIRECTORA DE CEBE 07 

La directora del CEBE 07 “La Inmaculada”, Virginia Acevedo Lemus, resaltó la importancia de la contribución de la Fundación Ignacia para lograr las condiciones adecuadas -tanto en infraestructura, desarrollo nutricional, salud, atención profesional especializada, etc- para lograr el desarrollo integral de los niños y adolescentes. 

Afirmó que el apoyo de la Fundación permite que los alumnos del CEBE, que viven un estado de vulnerabilidad, puedan integrarse a su familia y comunidad cercana. Incluso, a los mayores se les está capacitando en una serie de oficios a través de su programa “Tránsito a la vida adulta”.

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FUNDACIÓN IGNACIA RECORDÓ CENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DE SU FUNDADORA

Hace un siglo partió de este mundo. Doña Ignacia Rodulfo y López Gallo, una extraordinaria mujer que entregó su vida a la caridad cristiana, falleció un 21 de mayo de 1925 y ello significó el fin a su presencia física, pero -al mismo tiempo- marcó el inicio de su vida eterna, a través de su legado que hace 100 años lo viene manteniendo incólume la Fundación Ignacia, institución que ella misma la estructuró con gran visión para que su obra trascendiera en el tiempo y siga brindando ayuda social a los más necesitados.

ROMERÍA 

Por esta importante fecha, todo el personal de la Fundación Ignacia realizó una romería al cementerio Presbítero Maestro, donde hace un lustro descansan sus restos mortales, y allí no solo recordaron y honraron su vida y legado, sino que se comprometieron a seguir trabajando con probidad y gran sensibilidad social y religiosa para continuar con su obra, siguiendo el ejemplo de doña Ignacia. 

Le llevaron flores como una muestra de respeto y amor hacia doña Ignacia. Se realizó una paraliturgia y se encendió una llama, no solo como símbolo de esperanza y vida eterna de doña Ignacia, sino -sobre todo- como representación de lo que significa doña Ignacia para la fundación: luz y guía para continuar su obra con la misma pasión y entrega.

LEGADO VIVE EN LA FUNDACIÓN

En la ceremonia hizo uso de la palabra la presidenta de la Fundación Ignacia, Pilar Freitas, quien destacó a la vida de doña Ignacia Rodulfo entregada a la verdadera caridad cristiana, precisando que ella era una mujer de profunda religiosidad y firmes propósitos. 

Precisó que en un tiempo donde la filantropía existía (fines del siglo XIX e inicios del XX), su actividad caritativa fue de gran magnitud y una muestra sublime de su sentido de responsabilidad social, anclada en su fe inquebrantable. Además, su caridad no era ostentosa ni frívola; era discreta, práctica y, fundamentalmente, con una visión de futuro. 

 “No se limitó a la ayuda momentánea o asistencialista. Vio la necesidad de ir más allá, de sembrar para el desarrollo humano, enfocándose en la educación y la preparación laboral de las nuevas generaciones –especialmente huérfanos–, sin olvidar el apoyo esencial a los ancianos hasta el final de sus días. Esta mirada a largo plazo, este compromiso con el desarrollo integral de la persona, es una de las marcas indelebles de su legado”, destacó. 

Aseguró que el legado de doña Ignacia vive hoy en la misión que la Fundación Ignacia lleva adelante, precisando que el apoyo brindado a las instituciones beneficiarias se ha extendido más allá de las asignaciones monetarias, buscando la mejora permanente de la calidad de vida de poblaciones vulnerables atendidas, incluyendo alimentación, salud y demás necesidades, demostrando esa visión de desarrollo humano que tenía la fundadora.

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CENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DE DOÑA IGNACIA

Hoy conmemoramos cien años del tránsito a la eternidad de nuestra fundadora, doña Ignacia Rodufo y López Gallo, una mujer extraordinaria, cuya visión y generosidad sentaron las bases de la institución a la que dedicamos nuestro esfuerzo diario.

No es una fecha cualquiera, es el centenario de su fallecimiento, es un siglo desde que partió, pero también un siglo de vida para la obra que ella, con lúcida previsión y un corazón inmenso, decidió legar a la sociedad peruana.

Doña Ignacia Rodulfo fue una mujer de profunda religiosidad y firmes principios, criada en un ambiente familiar de compromiso social que se nutrió de la renovación católica de su tiempo. Vivió los vaivenes del Perú desde mediados del siglo XIX hasta inicios del XX, una época de profundas transformaciones, tensiones y también de hondas brechas sociales y crecimiento de la población vulnerable.

En ese contexto, donde el pensamiento liberal y a menudo anticlerical buscaba desplazar a la Iglesia de sus roles tradicionales en educación y asistencia, y donde las mujeres enfrentaban significativas limitaciones sociales y legales, la figura de Ignacia Rodulfo brilla con una luz singular.

No siguió las corrientes de la época que enfatizaban el libre pensamiento alejado de las prácticas religiosas; ella permaneció fiel a la ortodoxia católica. Pero su fe no era una práctica pasiva o meramente ritualista; era la encarnación de la verdadera esencia de la caridad cristiana, esa que el Redentor definió como el amor más grande, el de dar la vida por los hermanos.

En un tiempo donde la filantropía existía, su acto fue de gran magnitud y una muestra sublime de su sentido de responsabilidad social, anclada en su fe inquebrantable. Además, su caridad no era ostentosa ni frívola; era discreta, práctica y, fundamentalmente, con una visión de futuro.

No se limitó a la ayuda momentánea o asistencialista. Vio la necesidad de ir más allá, de sembrar para el desarrollo humano, enfocándose en la educación y la preparación laboral de las nuevas generaciones –especialmente huérfanos–, sin olvidar el apoyo esencial a los ancianos hasta el final de sus días. Esta mirada a largo plazo, este compromiso con el desarrollo integral de la persona, es una de las marcas indelebles de su legado.

Doña Ignacia comprendió la urgencia de una obra perdurable y tomó una decisión trascendental: instituir un testamento que daría origen a una fundación. El 9 de abril de 1925, un día antes de su partida a Europa, plasmó su voluntad, concibiendo una estructura que, desde el inicio, buscaba asegurar la sostenibilidad de su legado, impidiendo su dispersión o rapiña y garantizando que sus bienes generaran rentas para servir a los más vulnerables.

Así nació, en 1925, la institución que hoy orgullosamente lleva su nombre, la Fundación Ignacia. La tarea no ha sido fácil. La Fundación ha enfrentado innumerables desafíos: normativa injerencista, cuestiones directas con el Estado, como expropiaciones, invasiones de terrenos y las convulsiones propias de la dinámica política, económica y social del Perú y del mundo a lo largo del siglo XX, incluyendo crisis como la de 1929-1932, la Segunda Guerra Mundial o la crisis de los años ochenta.

Sin embargo, la Fundación Ignacia se ha mantenido firme porque en su esencia llevaba la fuerza de la voluntad fundadora y la prudencia con la que doña Ignacia diseñó su legado. Buscó evitar intereses políticos, requiriendo que quienes presidieran y conformaran la Junta fueran personas de probidad acreditada, creyentes, con sensibilidad social y religiosa, pero también con una clara visión de manejo económico que permitiera hacer rentables los bienes legados.

Esta combinación de mística de servicio, identificación profunda con los objetivos originales y una gestión financiera sólida ha sido el motor que permitió a la Fundación no solo sobrevivir a las crisis, sino crecer y adaptar su apoyo a las necesidades cambiantes.

El permanente autocontrol y el compromiso ético de sus directivos a lo largo del tiempo han sido fundamentales para su resiliencia y para mantener el rumbo trazado por doña Ignacia, evitando malos manejos.

El legado de doña Ignacia vive hoy en la misión que la Fundación lleva adelante. El apoyo brindado a las instituciones beneficiarias se ha extendido más allá de las asignaciones monetarias, buscando la mejora permanente de la calidad de vida de poblaciones vulnerables atendidas, incluyendo alimentación, salud y demás necesidades, demostrando esa visión de desarrollo humano que tenía la fundadora.

Hoy, al cumplirse cien años del fallecimiento de doña Ignacia Rodulfo, no solo miramos atrás con gratitud y admiración por su figura y su acto de filantropía singular. Celebramos también un siglo de vida fructífera de la Fundación Ignacia, un testimonio vivo de que la caridad verdadera, acompañada de una visión clara y una gestión comprometida, puede trascender el tiempo y las adversidades.

Que el espíritu de doña Ignacia Rodulfo nos siga inspirando y guiando por muchos años más. Gracias

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FUNDACIÓN IGNACIA FINANCIÓ CAMPAÑAS PREVENTIVAS PARA GARANTIZAR SALUD DE MÁS DE MEDIO MILLAR DE ADULTOS MAYORES

Continuando con el legado de nuestra fundadora doña Ignacia Rodulfo de elevar la calidad de vida de las poblaciones vulnerables necesitadas, la Fundación Ignacia financia anualmente campañas de prevención de la salud donde se realizan exámenes auxiliares a los adultos mayores y menores de edad beneficiarios con el fin de identificar a tiempo enfermedades o factores de riesgo y así establecer un tratamiento médico eficaz o hacer el seguimiento adecuado a las afecciones ya detectadas. 

A la fecha, se han desarrollado tres de estas campañas en el Albergue Canevaro, el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y el Hogar de Santa Teresa de Calcuta del Cusco. 

EXÁMENES PRACTICADOS 

En las dos primeras instituciones se atendieron a todos los albergados, es decir, 299 y 214 adultos mayores, respectivamente. En el hogar ubicado en la Ciudad Imperial se practicó los exámenes de laboratorio a 51 adultos y 17 niños, niñas y adolescentes. 

Los exámenes auxiliares realizados fueron: hemograma completo, pruebas de glucosa, úrea y creatinina, perfil hepático, perfil lipídico, perfil tiroideo, dosaje de vitamina B12 y antígeno prostático específico o PSA. 

La Fundación Ignacia financia estas campañas contratando los servicios de un laboratorio, cuyos profesionales de la salud acuden a los centros para la realización de los exámenes.   

Los resultados son entregados a los equipos de salud de las instituciones beneficiarias, quienes son los encargados de hacer las evaluaciones y toma de decisiones. Estas pruebas permiten identificar las enfermedades que padecen los adultos mayores y hacer el seguimiento o control de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, así como enfermedades renales y cardiovasculares, entre otras. 

COMPONENTE DESARROLLO DE LA SALUD 

Esta labor de la Fundación Ignacia se desarrolla a través del componente Desarrollo de la Salud, uno de los tres que forman parte de su programa de bienestar dirigido al adulto y adulto mayor en situación de vulnerabilidad. 

Con este componente se busca mejorar la salud integral de los adultos y adultos mayores, de acuerdo a su edad y condición física. Además de los servicios preventivos de salud integral también se subvenciona los servicios de salud física y mental (provistos con personal, medicamentos y equipos que garantizan un adecuado estado de salud integral), así como los servicios especializados externos de salud física o mental para acceder a un adecuado diagnóstico y tratamiento de salud.

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ENTREGAN “PREMIO IGNACIA” EN CEREMONIA POR CENTENARIO DE TESTAMENTO DE DOÑA IGNACIA

Durante las actividades organizadas para conmemorar los 100 años del testamento de doña Ignacia Rodulfo y López Gallo Vda. de Canevaro, se entregó el “Premio Ignacia” a cinco personalidades, dos de ellos póstumamente, en reconocimiento a la dedicación, esfuerzo y legado de quienes han trabajado incansablemente por el desarrollo de las personas, la caridad cristiana y la asistencia a los más necesitados.

La entrega la realizó la Fundación Ignacia en una ceremonia llevada a cabo en la antigua Casa Hacienda San Juan Grande, uno de los más relevantes bienes legados de doña Ignacia por su valor histórico y religioso. Previamente, se celebró una misa solemne oficiada en la Iglesia de este Monumento Histórico de la Nación, ubicado en el distrito de Santiago de Surco.

El primero en recibir el galardón fue el alcalde de la Municipalidad de Santiago de Surco, Carlos Bruce Montes de Oca, en reconocimiento a su trascendente contribución a los fines de la fundación, a través de la suscripción de un convenio con nuestra institución para la restauración del histórico inmueble, respetando su historia y naturaleza privada, asegurando su preservación y sostenibilidad en el tiempo, así como su rentabilidad para contribuir en las obras de bien de la institución.

Asimismo, se entregó el “Premio Ignacia” al Dr. Juan Carlos Valderrama Adriansén por su invaluable contribución a la institucionalidad de la Fundación Ignacia, destacando su trayectoria personal y profesional, siendo un defensor indoblegable de la autonomía y el carácter privado de la organización. “Su conocimiento y convicciones jurídicas y religiosas, enriquecieron la memoria histórica de la institución y contribuyeron eficazmente al cumplimiento de los objetivos fundacionales”, se destacó al entregarle el reconocimiento.

La Junta de Administración de la fundación también otorgó este galardón al Dr. Fernando Vidal Ramírez, en reconocimiento a su inquebrantable compromiso con la voluntad testamentaria de nuestra fundadora, ejerciendo la defensa de la fundación personalmente con verdadera convicción y compromiso ante autoridades y diversos foros.

PREMIOS PÓSTUMOS

En forma póstuma se entregó el “Premio Ignacia”, al jurista Manuel Augusto Olaechea, por su invaluable labor como abogado y albacea de doña Ignacia, instituyéndose la Fundación Ignacia con su intervención en 1925. Gracias a su visión, la voluntad de doña Ignacia perduró a lo largo de un siglo. La distinción fue recibida por el Dr. José Antonio Olaechea, Managing Partner del también centenario Estudio Olaechea.

De igual forma, se concedió este premio, póstumamente, a los hijos del Dr. Álvaro Chocano Marina por su destacada excelencia en el trabajo, su honestidad y transparencia inquebrantables, que constituyen un ejemplo a seguir. También se valoró su espíritu de desprendimiento, compromiso con la misión de la fundación y su dedicación ejemplar.

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FUNDACIÓN IGNACIA RENUEVA COMPROMISO DE LA VOLUNTAD TESTAMENTARIA DE FUNDADORA

El 9 de abril de 1925, doña Ignacia Rodulfo y López Gallo Vda. de Canevaro dejó un legado que trascendería generaciones. Nos referimos a su testamento, en el que plasmó su deseo de destinar sus bienes a la asistencia y bienestar de los más necesitados, estableciendo así los cimientos de la Fundación Ignacia, una obra que, 100 años después, se ha erigido como una de las instituciones de ayuda social más importantes y antiguas del Perú.

Con ocasión de la conmemoración del centenario del testamento, la Fundación Ignacia renovó el cumplimiento de la voluntad testamentaria de la fundadora, reafirmando su responsabilidad de preservar su legado y continuar su labor con la misma dedicación y espíritu de servicio, trabajado incansablemente para preservar sus valores de caridad cristiana y servicio, tal cual lo viene realizando hace un siglo.

 DOCUMENTO NOTARIAL

Así como hace 100 años doña Ignacia suscribió su testamento ante el notario de la época Manuel R. Chepote, esta vez la Junta de Administración de la Fundación Ignacia hizo la renovación del compromiso testamentario, así como la ratificación de aceptación de cargo, ante la notaria María Mujica Barreda.

En este documento notarial la Fundación Ignacia reafirma que es una institución privada, de inspiración religiosa, católica, apostólica y romana, precisando que es una organización autogestionaria, que no percibe recursos de entidades públicas o privadas, nacionales, extranjeras o internacionales. Asimismo, puntualiza que es una institución que se autocontrola, a través de la auditoría de sus estados financieros a cargo de firmas auditoras de primer orden.

Reitera que la finalidad de la fundación es la realización de obras de caridad y beneficencia cristiana, y que las subvenciones para las obras se aprueban por la Junta, conforme a proyectos debidamente sustentados técnica y económicamente.

Como testigos de este compromiso de la Fundación Ignacia figuran representantes de las obras beneficiarias: la Iglesia de San Pedro, el Puericultorio Pérez Araníbar y el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

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FUNDACIÓN ENTREGA “PREMIO IGNACIA”

En el marco de la serie de actividades que se vienen realizando durante el año jubilar por la conmemoración de los 100 años de la Fundación Ignacia, dicho institución ha instaurado los “Premio Ignacia” para destacar, reconocer la dedicación, esfuerzo y legado de quienes han trabajado incansablemente por el desarrollo de las personas, la caridad cristiana y la asistencia a los más necesitados.

Precisamente, durante la presentación del libro “Ignacia Rodulfo y la Fundación Ignacia. Una vida de compromiso y una institución centenaria”, se entregaron los dos primeros “Premio Ignacia”.

El primero de ellos fue para el Deán emérito de la Catedral de Lima, monseñor Octavio Casaverde Marín, por su profundo compromiso con la misión religiosa de nuestra labor ha sido fundamental, así como su importante rol en hacer realidad la publicación del libro que hoy presentamos, contribuyendo así a la preservación y difusión de nuestro legado.

Asimismo, se le entregó al historiador Fernando Armas Asín, en reconocimiento a su invaluable labor de investigación y difusión histórica, rescatando la vida y el legado de Ignacia Rodulfo, cuya obra de caridad trasciende en el tiempo, inspirando a futuras generaciones.

PALABRAS DE MONSEÑOR CASAVERDE

En representación de monseñor Víctor Casaverde recibió el premio monseñor Víctor Solís Alfageme, miembro de la Junta de Administración de la fundación y actual Deán de la Catedral de Lima, quien leyó un mensaje del premiado.

En la misiva expresó su profunda admiración por el legado de fe cristiana de doña Ignacia destacando que ella, prácticamente, declaró como herederos de sus bienes a los pobres. Precisó que, para realizar esta ayuda, la señora Ignacia creó la fundación que, en los 100 años de su existencia, ha ejecutado y está ejecutando con fidelidad la voluntad de su fundadora.

“En los 15 años que tuve el honor y privilegio de participar en la junta, pude admirar y ver con mucho amor el trabajo de la fundación, que lo realiza con una ejemplar transparencia y amor a los pobres, lo cual hace que la fundación sea una extraordinaria institución benéfica y caritativa, siempre fiel a la voluntad de la fundadora”, remarcó.

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PRESENTAN LIBRO SOBRE VIDA Y LEGADO DE IGNACIA RODULFO Y LABOR DE LA FUNDACIÓN EN UN SIGLO DE EXISTENCIA

La capilla de la Penitenciaria de la Iglesia de San Pedro, en el centro de Lima, fue el escenario ideal para la presentación del libro “Ignacia Rodulfo y la Fundación Ignacia. Una vida de compromiso y una institución centenaria”, escrita por el historiador Fernando Armas Asín, donde el autor rinde homenaje a la vida y legado de nuestra fundadora, doña Ignacia Rodulfo y López Gallo, destacando su entrega a la caridad cristiana y la trascendencia de la fundación que creó hace una centuria.

La presentación de esta importante obra, convocada por la Junta de Administración de la Fundación Ignacia, forma parte de la serie de actividades conmemorativas que se desarrollarán durante el 2025 por los 100 años de nuestra institución.

La presidenta de la junta de administración, Dra. Pilar Freitas, indicó que, gracias a la investigación plasmada en este libro, ahora se puede conocer con claridad el carácter e importancia del legado de doña Ignacia, así como su impacto en el tiempo.

“Sus creencias y convicciones personales en torno a la caridad cristiana y el amor al prójimo, han permitido que la Fundación establezca sus sólidos principios y reglas éticas, como sus valores y postulados, guiando así su conducta y decisiones, adaptándolas a los tiempos cambiantes. Es así como se ha evolucionado permanentemente hacia la protección de los derechos de sus beneficiarios”, expresó.

Destacó, asimismo que este libro representa la materialización de un antiguo anhelo de la Fundación Ignacia, obra que coincide con la conmemoración de los 100 años de creación de la primera fundación existente en el Perú.

HABLA EL AUTOR

A su turno, el autor de la obra Fernando Armas Asín, señaló que la razón de ser de este libro es celebrar, por un lado, el centenario de la Fundación Ignacia y, por otro lado, conocer la historia de doña Ignacia Rodulfo, quien hizo posible la creación de esta novedosa institución en 1925, así como entender por qué ella continúa vigente.

“La Fundación Ignacia ha enfrentado muchas vicisitudes: crisis económicas nacionales y mundiales, la violencia política de fin del siglo XX, la acelerada urbanización del país, la política intervencionista del Estado, entre otras. Pero un siglo después continúa, fiel al mandato de su fundadora, cumpliendo en apoyar a niños, ancianos y enfermos de Lima y el Perú”, afirmó.

Anotó que la importancia del libro estriba en que es un texto que debe ayudar al autoconocimiento de la institución, a que la sociedad en su conjunto conozca a Ignacia Rodulfo y procuremos su idea: luchar por una sociedad mejor.

 PANELISTAS

Previamente, hicieron uso de la palabra los panelistas Fernando Portocarrero Suárez, profesor principal del Departamento Académico de Ciencias Sociales y Políticas, y miembro del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico; la doctora Margarita

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FUNDACIÓN ENTREGA “PREMIO IGNACIA”

En el marco de la serie de actividades que se vienen realizando durante el año jubilar por la conmemoración de los 100 años de la Fundación Ignacia, dicho institución ha instaurado los “Premio Ignacia” para destacar, reconocer la dedicación, esfuerzo y legado de quienes han trabajado incansablemente por el desarrollo de las personas, la caridad cristiana y la asistencia a los más necesitados. Precisamente, durante la presentación del libro “Ignacia Rodulfo y la Fundación Ignacia. Una vida de compromiso y una institución centenaria”, se entregaron los dos primeros “Premio Ignacia”. El primero de ellos fue para el Deán emérito de la Catedral de Lima, monseñor Octavio Casaverde Marín, por su profundo compromiso con la misión religiosa de nuestra labor ha sido fundamental, así como su importante rol en hacer realidad la publicación del libro que hoy presentamos, contribuyendo así a la preservación y difusión de nuestro legado. Asimismo, se le entregó al historiador Fernando Armas Asín, en reconocimiento a su invaluable labor de investigación y difusión histórica, rescatando la vida y el legado de Ignacia Rodulfo, cuya obra de caridad trasciende en el tiempo, inspirando a futuras generaciones. PALABRAS DE MONSEÑOR CASAVERDE En representación de monseñor Víctor Casaverde recibió el premio monseñor Víctor Solís Alfageme, miembro de la Junta de Administración de la fundación y actual Deán de la Catedral de Lima, quien leyó un mensaje del premiado. En la misiva expresó su profunda admiración por el legado de fe cristiana de doña Ignacia destacando que ella, prácticamente, declaró como herederos de sus bienes a los pobres. Precisó que, para realizar esta ayuda, la señora Ignacia creó la fundación que, en los 100 años de su existencia, ha ejecutado y está ejecutando con fidelidad la voluntad de su fundadora. “En los 15 años que tuve el honor y privilegio de participar en la junta, pude admirar y ver con mucho amor el trabajo de la fundación, que lo realiza con una ejemplar transparencia y amor a los pobres, lo cual hace que la fundación sea una extraordinaria institución benéfica y caritativa, siempre fiel a la voluntad de la fundadora”, remarcó.
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