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NACIMIENTO DE IGNACIA RODULFO: UN FARO DE CARIDAD CRISTIANA

Hoy, 31 de julio, conmemoramos el nacimiento de doña Ignacia Rodulfo y López Gallo, una excelsa figura de fines del siglo XIX y comienzos del XX, cuya vida se convirtió en un faro de caridad cristiana y compromiso social en el Perú, que ha trascendido el tiempo a través de una institución cuyas bases ella sentó en su testamento: la Fundación Ignacia, la misma que este año cumple un lustro de labor de asistencia a niños y adultos mayores desvalidos. 

Ella nació el 31 de julio de 1852, el mismo día que se celebra el natalicio de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Esta no fue una mera coincidencia en el calendario, sino que marcó el inicio del camino profundamente religioso y de gran sensibilidad social de Ignacia (llevó el mismo nombre del santo), siendo imbuida por el espíritu humanista y de servicio de la congregación jesuita. 

Desde sus primeros años, Ignacia fue educada en un ambiente de profunda fe y discreción. La piedad de su hogar y la devoción inculcada por sus padres sembraron en ella las semillas de una vida dedicada a asistir al prójimo. La familia Rodulfo fue muy devota de la obra y el espíritu de San Ignacio, una influencia que, sin duda, alimentó el inmenso corazón de Ignacia. 

Su caridad no fue una acción esporádica, sino una vocación constante y discreta. Se entregó por completo a la ayuda de los más desvalidos: niños y niñas huérfanos o en situación de riesgo, ancianos abandonados, y familias sumidas en la pobreza. La característica más notable de su beneficencia fue su humildad. Ignacia Rodulfo realizaba su obra de manera silenciosa, sin buscar reconocimiento ni hacer alarde de sus acciones. 

RECORDANDO NATALICIO 

En conmemoración del natalicio de Doña Ignacia, se realizó una paraliturgia de acción de gracias en el local central de la Fundación, se develó una placa conmemorativa por el centenario de la institución y se reconoció a los colaboradores con 25 años o más de servicio. 

Esta ceremonia se efectuó en el marco de los 100 años de creación de la Fundación Ignacia, con la finalidad de rendir homenaje al legado de la fundadora y renovar su compromiso institucional. 

La placa conmemorativa, considerada como símbolo del centenario de la Fundación Ignacia, destaca el legado de caridad, visión y compromiso social de doña Ignacia Rodulfo y López Gallo Vda. de Canevaro. Precisa que la placa recuerda su espíritu de servicio, que da sentido a la cotidiana labor de la centenaria institución. 

BALUARTE DE ESPERANZA 

Hoy, la Fundación Ignacia sigue siendo un baluarte de esperanza. Fiel al espíritu altruista de su fundadora, continúa apoyando a poblaciones vulnerables, brindando asistencia en alimentación, salud y educación a niños, niñas, jóvenes y adultos mayores, a través de diversas obras sociales y educativas.

La vida de Ignacia Rodulfo es un recordatorio imperecedero de cómo una sola persona, impulsada por la fe y la compasión, puede generar un impacto trascendente y duradero en la sociedad. Su nacimiento es, para la Fundación, un llamado a emular su ejemplo de caridad silenciosa y compromiso incondicional.